viernes, 12 de agosto de 2011

Segundo puesto.


(muchas felicidades, un relato que engancha)



Diez cosas que metería en mi maleta de viaje:

1. La colección de constelaciones enigmáticas.

2. La escafandra de color rojo que me regaló la abuelita Dina.

3.Todas las lunas rotas que he arreglado hasta ahora.

4. Mi saquito de la suerte para las ocasiones especiales.

5. Dos o tres gramos de polvos de hada.

6. El manual de “cómo volar” que me prestó Tigrilla cuándo estuve en Nunca Jamás.

7. Dientes de león para curar heridas.

8. Mis dos alas de ángel.

9. Una polaroid estratosférica.

10. Mi alma convertida en un sueño.


Mi alma convertida en un sueño.

Se le atrancó el corazón, y yo tuve que ir a por medicamentos de los raros para curarla. La expedición duraba dos meses y medio y se necesitaban dos personas para llevarla a cabo. Me escogieron de entre mil millones por la colección de constelaciones enigmáticas que había ido completando durante toda mi vida. Se decía que un buen astronauta siempre tenía que saber hablar con las estrellas, y yo de eso era experta, quizás porque en su momento viajé a Nunca Jamás y Tigrilla me regaló el manual de “cómo volar” para que pudiera en seguida ponerme en contacto con la señora Luna. Fue así como empecé a hacer de enfermera a sus niñas, las Lunas Rotas que los amantes habían ido degollando pieza por pieza. Yo no entiendo esta manía tan tosca de empezar a prometer el cielo y terminar tirando la casa por la ventana, que luego duele, a ver si os enteráis, y yo me paso los meses arreglando pedacitos de cosmos que gritan auxilio. Ahora en esta expedición llevaré todas las Lunas que he arreglado al cielo, para que puedan volver a alumbrar el firmamento de todos los atardeceres y les dejaré prestados mis dientes de león para curar heridas por si se vuelven a hacerse rasguños y sangrar. La sangre de luna es muy parecida a los polvos de hada o a las lágrimas de las ninfas, suelen funcionar como un saquito de la suerte, los debes poner muy cerca del umbral de la fantasía y soplar con fuerza, con mucha, mucha fuerza, es así como te conceden las alas de ángel más hermosas de todos los tiempos. Dichas alas están fabricadas a base de sonrisas y tienen cuentos pegados en la puntita de las plumas. Yo una vez quise retratar con mi polaroid estratosférica todas esas historias que se quedaban pegadas con fuerza a dichas plumas, y conseguí fotografiar a dos o tres personajes, pero los otros eran tan traviesos y se escondían tan bien que termine por jugar al pilla-pilla en vez de querer inmortalizarles eternamente. Mi abuela Dina me ha construido una escafandra de color rojo para la ocasión, dice que así seguro que no me pasa nada. Porque al fin y al cabo es una expedición de lo más peligrosa y apabullante, y se tiene que ir bien preparada por si las moscas.


1 comentario:

Mònica C. Vidal dijo...

Ala! no sabia que ya decías los nombres de los ganadores! ^^
Muchas gracias me ha hecho mucha ilusión, de veras que si :)